EL GATO
Era una mujer muy bella aunque de mirada extraña. En la
ciudad decían que uno de sus ojos era de vidrio. A Malik esto no le importaba,
porque .él era un ladronzuelo y lo único que le interesaba de Amyra era el cofre que se encontraba en un ángulo
de sus aposentos, donde la mujer guardaba sus joyas y monedas de oro. El
muchacho planeó todo con el ayudante de cocina de la casa Durante la cena, la copa de Amyra iba a tener
un poderoso somnífero y, una vez dormida, Malik podría alzarse con el tesoro
del cofre.
Llegó a las ocho en punto,
ella lo recibió feliz. Conversaron de
mil cosas. Cerca de ella un gato enorme, color negro azulado, los observaba, a
veces dejaba su lugar sobre el almohadón e iba a refregarse a los pies de la
joven. Ella lo trataba con gran cariño y él respondía a sus caricias con un
ruidoso ronroneo.
Cenaron carnes, hortalizas, frutas y dulces. Cuando
llegó el momento de tomar el café, Malik ya estaba preocupado. Amyra había
bebido bastante y seguía muy vivaz; los yuyos ya tendrían que haber hecho su
efecto, pero nada pasaba. Al contrario, ella seguía hablando animadamente. Y
además estaba ese gato, cuya mirada lo ponía sumamente nervioso. Por fin le
preguntó: -Amyra, ¿quieres mucho a ese gato, no es así?.
-Claro que sí, lo amo porque me trae muchos recuerdos.
-¿Buenos o malos?
-De los dos
-¿Por qué no me cuentas?
-¿Estás seguro de que quieres saber acerca de Yuf?
-Claro que sí, cuéntame, me muero de la intriga.
-Pues bien- comenzó Amyra. -Hace muchos años yo tenía un amante
que era muy hermoso. Al principio me demostraba constantemente su cariño, me
hacía regalos y vivía pendiente de mí. Con el tiempo su amor comenzó a
enfriarse. Me trataba mal, un día hasta
llegó a burlarse de mi ojo de vidrio-.
-¡No puedo creerlo!-, dijo Malik. En realidad no le prestaba mucha atención a la historia,
estaba muy nervioso. ¿El compañero lo habría traicionado?
-¿Y entonces, qué pasó?
-Bueno- continuó Amyra, -faltaba lo peor, un día trató de
robar mis joyas.
Malik sintió un escalofrío pero trató de disimular.
Ella siguió con el relato.
-Con
la ayuda de mi magia lo transformé en este gato que quiero tanto. Extendió la
mano para acariciar al animal.
-Ven acá, gatito, ¿estás
contento de ser mi esclavo para siempre?.
El
horror se pintó en el rostro de Malik, que huyó despavorido. Salió a los
jardines y encontró el muro, lo vio enorme, pero tomando impulso lo saltó, se
sentía muy ágil y raro a la vez. El camino a su casa le resultó doce veces mas
largo de lo habitual. Sin embargo llegó aliviado y más tranquilo. Tranquilidad
que le duró un instante; tuvo que escapar de las garras de su fiel y bienamado
perro.
Kika
23 de marzo de 2002
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