jueves, 13 de diciembre de 2012


 

 

EL GATO

                                 

         

Era una mujer muy bella aunque de mirada extraña. En la ciudad decían que uno de sus ojos era de vidrio. A Malik esto no le importaba, porque .él era un ladronzuelo y lo único que le interesaba de Amyra  era el cofre que se encontraba en un ángulo de sus aposentos, donde la mujer guardaba sus joyas y monedas de oro. El muchacho planeó todo con el ayudante de cocina de la casa  Durante la cena, la copa de Amyra iba a tener un poderoso somnífero y, una vez dormida, Malik podría alzarse con el tesoro del cofre.

          Llegó a las ocho en punto, ella lo recibió  feliz. Conversaron de mil cosas. Cerca de ella un gato enorme, color negro azulado, los observaba, a veces dejaba su lugar sobre el almohadón e iba a refregarse a los pies de la joven. Ella lo trataba con gran cariño y él respondía a sus caricias con un ruidoso ronroneo.

          Cenaron  carnes, hortalizas, frutas y dulces. Cuando llegó el momento de tomar el café, Malik ya estaba preocupado. Amyra había bebido bastante y seguía muy vivaz; los yuyos ya tendrían que haber hecho su efecto, pero nada pasaba. Al contrario, ella seguía hablando animadamente. Y además estaba ese gato, cuya mirada lo ponía sumamente nervioso. Por fin le preguntó: -Amyra, ¿quieres mucho a ese gato, no es así?. 

-Claro que sí, lo amo porque me trae muchos recuerdos.

-¿Buenos o malos?

-De los dos

-¿Por qué no me cuentas?

-¿Estás seguro de que quieres saber acerca de Yuf?

-Claro que sí, cuéntame, me muero de la intriga.

-Pues bien- comenzó  Amyra. -Hace muchos años yo tenía un amante que era muy hermoso. Al principio me demostraba constantemente su cariño, me hacía regalos y vivía pendiente de mí. Con el tiempo su amor comenzó a enfriarse. Me trataba mal, un día  hasta llegó a burlarse de mi ojo de vidrio-.

-¡No puedo creerlo!-, dijo Malik. En realidad  no le prestaba mucha atención a la historia, estaba muy nervioso. ¿El compañero lo habría traicionado?

-¿Y entonces, qué pasó?

-Bueno- continuó Amyra, -faltaba lo peor, un día trató de robar mis joyas.

Malik sintió un escalofrío pero trató de disimular.

Ella siguió con el relato.

-Con la ayuda de mi magia lo transformé en este gato que quiero tanto. Extendió la mano para acariciar al animal.

-Ven acá, gatito, ¿estás  contento de ser mi esclavo para siempre?.

 

El horror se pintó en el rostro de Malik, que huyó despavorido. Salió a los jardines y encontró el muro, lo vio enorme, pero tomando impulso lo saltó, se sentía muy ágil y raro a la vez. El camino a su casa le resultó doce veces mas largo de lo habitual. Sin embargo llegó aliviado y más tranquilo. Tranquilidad que le duró un instante; tuvo que escapar de las garras de su fiel y bienamado perro.

 

 

Kika

23 de marzo de 2002

miércoles, 5 de diciembre de 2012


CRONICA DE UNA INFAMIA

 

Esta historia está basada en hechos reales

 

Domingo 15 de julio de 1962

La silueta del hombre se distingue a través de la bruma de la madrugada. Camina despacio detrás de su perro y, de vez en cuando lo llama con un silbido. El animal adelante saltando alegremente trata de atrapar a cuanto pájaro encuentra. Cada tanto se detiene y mira impaciente al amo como invitándolo a compartir su carrera.

Pero esta vez algo le llama la atención. Husmea entre los arbustos cercanos al alambrado y comienza a ladrar.

-¡Bobi! ¿Qué pasa? ¡Vas a despertar a la gente de la casilla! ¡Silencio!

El perro no hace caso y entonces el hombre apura el paso para intervenir. Al acercarse al sitio ve algo que lo deja estupefacto. Una mano asoma del suelo húmedo. El perro ladra ahora desesperado y escarba la tierra.

-¡Quieto Bobby! ¡Salí de ahí!.. ¡Qué perro de mierda! ¡Me tiene podrido!

Le da una patada para alejarlo. Con una madera raspa la superficie del terreno. Debajo de la mano asoma un brazo. No quiere ver más. No está preparado para lo que sabe que va a venir. No es cosa de él. Para eso está la policía.

 

Martes 29 de mayo de 1962- 20 hs

Llueve. Clara está sentada frente al televisor pero no mira. Tampoco le presta atención a la labor de tejido que tiene entre sus manos. De vez en cuando observa la puerta de entrada y suspira. Hoy hay paro general. El marido se debe haber retrasado y la nena se encaprichó con ir a la clase de inglés a pesar de que no andan los colectivos.

Siente la puerta del departamento. Enrique entra eufórico.

-¡Hola Clara! ¿Escuchaste las buenas noticias? En dos días ejecutan a ese degenerado. ¡Al fin va a pagar sus culpas! No se pueden quejar del trabajo que hice.

A pesar del frío tiene las mejillas arreboladas.

-Claro que sí. Modesto pero muy valioso. ¿Cómo fue el día hoy?

-Normal para mí.

-¿Mucho lío en el centro?

-Al contrario, parece un día feriado. No hay nadie por la calle. Pero no hubo disturbios. ¿Y Norma?

-Fue a su clase de inglés.

-¿Cómo se le ocurrió ir? No hay transportes. ¿Cómo la dejaste?

-Viste como es, no se le puede decir nada.

-Si, ya sé cómo es. ¿Qué mal hicimos en la vida para que nos salga una hija así?

-Es como todas las chicas de su edad, un poco rebelde y nada más.

-Se la pasa encerrada en su cuarto escuchando esa música de locos.

-De todos modos iba a ir caminando, no es tan lejos.

-¿A que hora termina?

-Cerca de las ocho pero le dije que saliera antes.

-¿Y cuánto hace que se fue?

-Más de dos horas, tenía que ir antes a lo de Susi y buscar unas fotos.

 

Lunes 28 de mayo de 1962

-Diga, don Pedro, ¿mañana abre el negocio?

-Mire señora Galíndez, a mí la CGT no me da de comer así que abro igual.

-Tengo que comprar unos zapatos para el nene pero quería venir con él para que elija. Seguro que mañana no va a ir al colegio.

-Venga tranquila, a lo mejor tengo la persiana baja. Toque timbre y la atiendo.

La señora Galíndez saluda y se encamina hacia su casa.

“Es buen hombre” piensa, “hasta protegió a la pobre chica del degenerado de su padre. Y tan trabajador. Vive para su familia, me consta, lástima que la pobrecita de su mujer contrajo esa enfermedad horrible. Lo critican, pero estoy segura de que le tienen envidia, con ese auto último modelo y su negocio, además que es peronista…la gente es tan mala a veces…”

 

Martes 29 de mayo de 1962-21.30 hs

-Vengo a hacer una denuncia por la desaparición de mi hija.

-¿Cuánto tiempo hace que está desaparecida señor?

-Tenía que llegar a casa alrededor de las ocho. Salía de su clase de inglés a las ocho menos veinte. Sus amigas no saben nada.

El suboficial sonríe y menea la cabeza.

-Señor, ¿está seguro de que no anda por ahí?

-¡Conozco a mi hija! ¡Es una chica seria! Jamás llega tarde sin avisar.

Enrique empieza a gritar, está fuera de sí. Clara trata de calmarlo.

-Señor, cálmese. Le tomaré la denuncia, quédese tranquilo.

 

1 de Junio de 1962

-Mirá mami, mirá la foto de esta chica. Dice que está desaparecida. Tiene carita de buena, mirá, pobrecita.

-¿Qué le habrá sucedido? ¡Qué horror! Quién sabe. A lo mejor se fugó con el novio.

-Y, sí. No hay que pensar solo en lo malo.

-¿Y no dice nada más?

-Sólo sus señas y cómo estaba vestida y dónde puede haber desaparecido. Es en Floresta. Puede ser que ahora esté vivita y coleando en algún lado con el novio. ¡Jajaja!

-Nena, calláte. Ni en broma lo digas. ¡Pobres padres! ¿Sabés lo que deben estar pasando?

 

 

26 de agosto de 1962

Cementerio de La Tablada

 

Clara solloza fuertemente apoyada en el hombro de su marido.

-Enrique, no estoy segura de que sea ella.

-Estaba irreconocible, pobre Normita, pero lamentablemente el odontólogo y las huellas dactilares lo confirmaron.

Era una esposa muy sumisa que no se atrevía a contradecir a su marido. Pero interiormente estaba segura de que la investigación que se había llevado a cabo a raíz de la desaparición y posterior asesinato de su hija dejaba bastante que desear. No se habían tenido en cuenta muchos aspectos y, a su entender, no se había interrogado lo suficiente a la persona que encontró el cadáver. Pero parecía que Enrique quería terminar con todo enseguida. Que cuanto antes sepultara a su hija, y así se lo había dicho, iba a ser mejor para todos. Quería evitar que se investigara a la joven. Tenía la certeza de que mejor era no averiguar más. No estaba seguro de que tipo de amistades se rodeaba Norma y prefería no saber.

 

Un año después

 

-Creo que ya podemos quedarnos tranquilos, Clara.

-Tranquilo vos, yo no me conformo así nomás.

-Encontraron al asesino. ¿Qué más podemos pedir?

-¿Están seguros que fue ese hombre? Yo ni siquiera se si el cadáver era el de mi hija.

-Las huellas dactilares…

-Hubo cosas que no coincidían.

-El dentista…

-Eso es cierto, pero yo no sé. ¿Por qué no querés que exhumen el cadáver?

-¡No! No voy a dejar que hagan eso. Todo terminó, ya está. ¿Me entendiste? Mi hija murió violada por unos degenerados. Ella no tuvo nada que ver. La secuestraron en la calle y la drogaron. Después de que pase todo nos vamos de este país. Si vienen los peronistas de nuevo no quiero imaginarme lo que va a pasar.

-No sé, no sé dónde vamos a ir a nuestra edad.

-¿Adónde vamos a ir? ¿Qué duda tenés? A Israel, por supuesto.

-¿Creés de veras en el testimonio de esa chica? Es una prostituta.

-Prostituta o no, le creo. Ese tipo la tiene que pagar.

Clara no quiere discutir más. Lo que la atormenta es la imagen de su hija violada No puede creer que su niña haya tenido un fin tan horrible. ¿No le bastó al asesino golpearla y ahorcarla con un alambre que tuvo que clavarle un cuchillo en el pecho?

 

1965

 

-¡Buen día don Pedro! ¿Cómo está usted?

-Señora Galíndez! ¡Qué alegría!

-No sabe cuánto me alegro que se haya hecho justicia. ¿Cómo están los hijos?

-Bien, bien, señora, le agradezco.

-Mire si es infame la gente. Inventar todo eso para perjudicarlo. Pero vio, a la larga Dios interviene y pone a cada uno en su lugar. ¡Lástima que para ello haya tenido que sufrir en la cárcel! La gente tiene que saber que usted es y fue siempre una persona respetable.

-Gracias señora Galíndez, pero acá si  hay una perjudicada es la pobrecita que mataron. No se extrañe que sea una venganza. El padre fue informante en el caso Eichmann.

-Todo puede ser. ¡Todavía quedan nazis en este mundo! Si no le parezco indiscreta, le hago una pregunta.

-Adelante señora, como usted dice se tiene que conocer la verdad. No tengo nada que ocultar. Soy un honesto comerciante que se gana la vida trabajando y que cumple un papel cívico en defensa de los intereses de la población.

-Pues bien. ¿Conocía a toda esa gente que lo acusó?

-¿Usted que cree señora? Mi negocio, mis hijos y la casa me llevan casi todo mi tiempo. Hace poco que enviudé. Mi único lujo es el Káiser Carabela. Y me gusta la política. Eso es todo. No tengo tiempo ni ganas de complicarme la vida frecuentando gente de mal vivir y prostitutas.

-¡Cómo se retractó esa chica!

-Es una pobre desgraciada. Alguien le pagó por acusarme.

-Se dice que a los grandes hombres se los conoce por los enemigos. No se deje amargar la vida. Además parece que los demás declararon bajo tortura. Ésa es la policía que nos cuida. ¡Qué barbaridad! Pero lo principal es que está usted bien. ¿Cómo va el negocio?

-¿Sabe algo? Nunca vendí tantos zapatos.

 

Kika

2007