CRONICA
DE UNA INFAMIA
Esta
historia está basada en hechos reales
Domingo 15 de julio de 1962
La silueta del hombre se distingue a través de la bruma de
la madrugada. Camina despacio detrás de su perro y, de vez en cuando lo llama
con un silbido. El animal adelante saltando alegremente trata de atrapar a
cuanto pájaro encuentra. Cada tanto se detiene y mira impaciente al amo como
invitándolo a compartir su carrera.
Pero
esta vez algo le llama la atención. Husmea entre los arbustos cercanos al
alambrado y comienza a ladrar.
-¡Bobi! ¿Qué pasa? ¡Vas a despertar a la gente de la
casilla! ¡Silencio!
El perro no hace caso y entonces el hombre apura el paso
para intervenir. Al acercarse al sitio ve algo que lo deja estupefacto. Una
mano asoma del suelo húmedo. El perro ladra ahora desesperado y escarba la
tierra.
-¡Quieto Bobby! ¡Salí de ahí!.. ¡Qué perro de mierda! ¡Me
tiene podrido!
Le da una patada para alejarlo. Con una madera raspa la superficie del terreno. Debajo de la mano asoma un brazo. No quiere ver más. No está preparado
para lo que sabe que va a venir. No es cosa de él. Para eso está la policía.
Martes 29 de mayo de 1962- 20 hs
Llueve. Clara está sentada frente al televisor pero no mira.
Tampoco le presta atención a la labor de tejido que tiene entre sus manos. De
vez en cuando observa la puerta de entrada y suspira. Hoy hay paro general. El
marido se debe haber retrasado y la nena se encaprichó con ir a la clase de
inglés a pesar de que no andan los colectivos.
Siente
la puerta del departamento. Enrique entra eufórico.
-¡Hola Clara! ¿Escuchaste las buenas noticias? En dos días
ejecutan a ese degenerado. ¡Al fin va a pagar sus culpas! No se pueden quejar
del trabajo que hice.
A
pesar del frío tiene las mejillas arreboladas.
-Claro que sí. Modesto pero muy valioso. ¿Cómo fue el día
hoy?
-Normal para mí.
-¿Mucho lío en el centro?
-Al contrario, parece un día feriado. No hay nadie por la
calle. Pero no hubo disturbios. ¿Y Norma?
-Fue a su clase de inglés.
-¿Cómo se le ocurrió ir? No hay transportes. ¿Cómo la
dejaste?
-Viste como es, no se le puede decir nada.
-Si, ya sé cómo es. ¿Qué mal hicimos en la vida para que
nos salga una hija así?
-Es como todas las chicas de su edad, un poco rebelde y
nada más.
-Se la pasa encerrada en su cuarto escuchando esa música de
locos.
-De todos modos iba a ir caminando, no es tan lejos.
-¿A que hora termina?
-Cerca de las ocho pero le dije que saliera antes.
-¿Y cuánto hace que se fue?
-Más de dos horas, tenía que ir antes a lo de Susi y buscar
unas fotos.
Lunes 28 de mayo de 1962
-Diga, don Pedro, ¿mañana abre el negocio?
-Mire señora Galíndez, a mí la CGT no me da de comer así
que abro igual.
-Tengo que comprar unos zapatos para el nene pero quería
venir con él para que elija. Seguro que mañana no va a ir al colegio.
-Venga tranquila, a lo mejor tengo la persiana baja. Toque
timbre y la atiendo.
La señora Galíndez saluda y se encamina hacia su casa.
“Es buen hombre” piensa, “hasta protegió a la pobre chica
del degenerado de su padre. Y tan trabajador. Vive para su familia, me consta,
lástima que la pobrecita de su mujer contrajo esa enfermedad horrible. Lo
critican, pero estoy segura de que le tienen envidia, con ese auto último
modelo y su negocio, además que es peronista…la gente es tan mala a veces…”
Martes 29 de mayo de 1962-21.30 hs
-Vengo a hacer una denuncia por la desaparición de mi hija.
-¿Cuánto tiempo hace que está desaparecida señor?
-Tenía que llegar a casa alrededor de las ocho. Salía de su
clase de inglés a las ocho menos veinte. Sus amigas no saben nada.
El suboficial sonríe y menea la cabeza.
-Señor, ¿está seguro de que no anda por ahí?
-¡Conozco a mi hija! ¡Es una chica seria! Jamás llega tarde
sin avisar.
Enrique empieza a gritar, está fuera de sí. Clara trata de
calmarlo.
-Señor, cálmese. Le tomaré la denuncia, quédese tranquilo.
1 de Junio de 1962
-Mirá mami, mirá la foto de esta chica. Dice que está
desaparecida. Tiene carita de buena, mirá, pobrecita.
-¿Qué le habrá sucedido? ¡Qué horror! Quién sabe. A lo
mejor se fugó con el novio.
-Y, sí. No hay que pensar solo en lo malo.
-¿Y no dice nada más?
-Sólo sus señas y cómo estaba vestida y dónde puede haber
desaparecido. Es en Floresta. Puede ser que ahora esté vivita y coleando en
algún lado con el novio. ¡Jajaja!
-Nena, calláte. Ni en broma lo digas. ¡Pobres padres!
¿Sabés lo que deben estar pasando?
26 de agosto de 1962
Cementerio
de La Tablada
Clara solloza fuertemente apoyada en el hombro de su
marido.
-Enrique, no estoy segura de que sea ella.
-Estaba irreconocible, pobre Normita, pero lamentablemente
el odontólogo y las huellas dactilares lo confirmaron.
Era una esposa muy sumisa que no se atrevía a contradecir a
su marido. Pero interiormente estaba segura de que la investigación que se
había llevado a cabo a raíz de la desaparición y posterior asesinato de su hija
dejaba bastante que desear. No se habían tenido en cuenta muchos aspectos y, a
su entender, no se había interrogado lo suficiente a la persona que encontró el
cadáver. Pero parecía que Enrique quería terminar con todo enseguida. Que
cuanto antes sepultara a su hija, y así se lo había dicho, iba a ser mejor para
todos. Quería evitar que se investigara a la joven. Tenía la certeza de que
mejor era no averiguar más. No estaba seguro de que tipo de amistades se
rodeaba Norma y prefería no saber.
Un año después
-Creo que ya podemos quedarnos tranquilos, Clara.
-Tranquilo vos, yo no me conformo así nomás.
-Encontraron al asesino. ¿Qué más podemos pedir?
-¿Están seguros que fue ese hombre? Yo ni siquiera se si el
cadáver era el de mi hija.
-Las huellas dactilares…
-Hubo cosas que no coincidían.
-El dentista…
-Eso es cierto, pero yo no sé. ¿Por qué no querés que
exhumen el cadáver?
-¡No! No voy a dejar que hagan eso. Todo terminó, ya está.
¿Me entendiste? Mi hija murió violada por unos degenerados. Ella no tuvo nada
que ver. La secuestraron en la calle y la drogaron. Después de que pase todo
nos vamos de este país. Si vienen los peronistas de nuevo no quiero imaginarme
lo que va a pasar.
-No sé, no sé dónde vamos a ir a nuestra edad.
-¿Adónde vamos a ir? ¿Qué duda tenés? A Israel, por
supuesto.
-¿Creés de veras en el testimonio de esa chica? Es una
prostituta.
-Prostituta o no, le creo. Ese tipo la tiene que pagar.
Clara no quiere discutir más. Lo que la atormenta es la
imagen de su hija violada No puede creer que su niña haya tenido un fin tan
horrible. ¿No le bastó al asesino golpearla y ahorcarla con un alambre que tuvo
que clavarle un cuchillo en el pecho?
1965
-¡Buen día don Pedro! ¿Cómo está usted?
-Señora Galíndez! ¡Qué alegría!
-No sabe cuánto me alegro que se haya hecho justicia. ¿Cómo
están los hijos?
-Bien, bien, señora, le agradezco.
-Mire si es infame la gente. Inventar todo eso para
perjudicarlo. Pero vio, a la larga Dios interviene y pone a cada uno en su
lugar. ¡Lástima que para ello haya tenido que sufrir en la cárcel! La gente
tiene que saber que usted es y fue siempre una persona respetable.
-Gracias señora Galíndez, pero acá si hay una perjudicada es la pobrecita que
mataron. No se extrañe que sea una venganza. El padre fue informante en el caso
Eichmann.
-Todo puede ser. ¡Todavía quedan nazis en este mundo! Si no
le parezco indiscreta, le hago una pregunta.
-Adelante señora, como usted dice se tiene que conocer la
verdad. No tengo nada que ocultar. Soy un honesto comerciante que se gana la
vida trabajando y que cumple un papel cívico en defensa de los intereses de la
población.
-Pues bien. ¿Conocía a toda esa gente que lo acusó?
-¿Usted que cree señora? Mi negocio, mis hijos y la casa me
llevan casi todo mi tiempo. Hace poco que enviudé. Mi único lujo es el Káiser Carabela.
Y me gusta la política. Eso es todo. No tengo tiempo ni ganas de complicarme la
vida frecuentando gente de mal vivir y prostitutas.
-¡Cómo se retractó esa chica!
-Es una pobre desgraciada. Alguien le pagó por acusarme.
-Se dice que a los grandes hombres se los conoce por los
enemigos. No se deje amargar la vida. Además parece que los demás declararon
bajo tortura. Ésa es la policía que nos cuida. ¡Qué barbaridad! Pero lo
principal es que está usted bien. ¿Cómo va el negocio?
-¿Sabe algo? Nunca vendí tantos zapatos.
Kika
2007