lunes, 26 de noviembre de 2012


ADICCIONES

 

A quien desee  viajar

Le digo, la marihuana

La coca, el opio y el  ácido

Para el que quiera soñar

Cigarros, y cigarrillos

Al que se pueda animar

Vino blanco y vino rojo

Para el que gusta vivir

Buena mesa y cosas ricas

Nadie se podrá negar

Los libros también tienen

Sus adictos por doquier

El cine, los espectáculos

En Corrientes y los shoppings

Siempre los vas a encontrar

Los burros, truco y póker

Escondidos, pero están

Teclados y monitores

También tienen su sector

Coca cola y aspirinas

Para la vida agitada

Que nunca deben faltar

A mí, ¿por qué lo voy a negar?

A mi  me gustan los Sugus

Naranja, menta y limón

En cuanto tomo el paquete

Ya no me puedo aguantar

Y hasta que no veo el finish

Es cosa de no parar

 

 

 

KIKA

 

viernes, 9 de noviembre de 2012


MUÑECA SIN NIÑA

 

En la calle Salta existen desde tiempo inmemorial las llamadas “Clínicas de muñecas”

 

Margarita iba con su mamá todos los viernes a almorzar con su tía Ester que vivía en el barrio de Montserrat. A la niña, que en ese entonces tendría unos siete u ocho años le encantaba caminar unas cuadras por esa calle para contemplar las vidrieras de los negocios donde “curaban a las muñecas”. A instancias de ella su madre accedía a bajarse antes del colectivo y hacer caminando un tramo para darle el gusto. La nena gozaba frente a esos negocios misteriosos donde nunca entraba ni salía nadie. Siempre oscuros, parecían eternamente cerrados porque tampoco se veía gente adentro. El polvo del tiempo había uniformado todo lo que se veía (muñecas viejas, sillones, pequeños muebles y algunos libros) con una pátina gris claro.

Pero también sufría, se le notaba en sus ojos, sobre todo cuando posaba sus ojos en una vieja Shirley Temple, muñeca muy de moda a fines de la década del treinta que se caracterizaba por poseer una hermosa cabellera rubia y rizada así como la de la actriz que llevaba su nombre.

Margarita miraba con deseo el vestido descolorido y roto. Lo encontraba encantador y la transportaba a épocas muy antiguas que sólo podía ver en el cine. A la muñeca también le faltaba un pie y tenía los ojos vacíos.

La madre la dejaba un rato pero después empezaba a impacientarse.

-Nena, vamos, llegaremos tarde a lo de la tía.

Margarita se ponía muy triste al pensar que hasta la semana próxima no podría ver de nuevo a su amada muñeca.

-Un ratito más, mami.

-Hija, el negocio es un asco, debe de haber un olor a humedad adentro y todo está desvencijado.

-Pero a mí me gusta.

-Los abuelos te van a regalar una muñeca como la gente.

 

Margarita sabía que eso era verdad. Ya sus abuelos le habían dicho que fuera a elegir su muñeca al negocio de Mariquita Pérez, en las Galerías Pacífico. Por supuesto la niña ya había ido. En una enorme vidriera que ocupaba toda la punta de la salida por la avenida Córdoba, decorada primorosamente, se veían todas las Mariquitas Pérez, rubias, castañas y morochas, jugando, tomando el té. Algunas sentadas en hamacas parecían pequeñas señoritas que conversaban. Había roperitos con vestuarios completos.

Frente a esto Margarita también disfrutaba como nunca. Era una delicia verlas tan bien vestidas y con los cabellos relucientes. Pero al cabo de un tiempo su carita se ensombrecía recordando a su muñeca. A pesar de que su madre le contaba que las Shirley Temple eran de muy buena calidad no podía entender por cuál motivo la suya había llegado a tal estado. “Su dueña debe de haber sido una niña muy mala para maltratarla así” pensaba. “Si yo la pudiera tener en mis brazos la querría como me quiere mi mamá”.

 

Por fin llegó el día del cumpleaños de Margarita. Ese día sus abuelos la invitaron a su casa y no bien entró en el departamento encontró a la Mariquita Pérez sentada en un ángulo del gran sillón del living. Tenía el cabello color castaño y los ojos azules. Vestía una solera de rayas blancas y rojas y de un dedito colgaba el anillo de oro que su padre le había prometido.

Margarita corrió a tomarla en brazos y se extasió contemplando los vestidos y los zapatos que había en una caja celeste, también sobre el sillón. Se puso el anillo que llevaba grabado su nombre. Su familia la miraba enternecida. La mente de la niña voló por un segundo a la vidriera de la calle Salta y dejó escapar una lágrima. Su hermana mayor se acercó emocionada y le tendió un pañuelo. Todos pensaban que la niña era extremadamente sensible, que todo ese agasajo la había emocionado y trataron de consolarla.

 

La única que intuyó algo fue su madre que evitó mirarla directamente a los ojos. Margarita lloró por su muñeca rubia de mirada vacía: su muñeca sin niña.

 

 

viernes, 2 de noviembre de 2012


MENTRE DORMIVI

Para Belén             

É l´ora di dormire,

Non sei stanca?

Voglio contemplarti

Abbandonata ai tuoi sogni

Guance di gelsomino

Profumo dell´infanzia

Abbracciando molto forte

Il tuo caro Simba

 

Mi piacerá guardarti

Cosí, molto tranquilla

E seduta al tuo fianco

Spazzeró le nuvole

Che possano farti male

Quando gnomi e fate

Siano giá vicino a te

Cominceró la storia

Che sará la tua

Intrecciata con la mia

 

Domani, quando aprirai

Il cielo dei tuoi occhi

E verrai da me

A svegliarmi con un bacio

Ti strnigeró fra le mie braccia

Lasceró la fiaba

Li, sopra il távolo

 

Quando tu sarai una donna

E andrai per la vita

Sicura dei tuoi passi

No scordar questa storia

Che ti ha scritto tua nonna

Qui, mentre dormivi    

              
         Kika.....agosto 2002